La aparición de evidencias anecdóticas de posibles mejoras de personas con autismo que emplean cannabis medicinal, ha impulsado un estudio cuyos resultados han sido publicados en enero de este año en la revista científica Scientific Reports y que sugiere que, efectivamente, en algunos casos y siempre bajo control médico, podría tener ciertos beneficios.
Los investigadores, de la Universidad Ben-Gurion del Negev y el Centro Médico Soroka (Israel), analizaron los datos recopilados prospectivamente como parte del programa de tratamiento de 188 personas con TEA, con una media de edad de 13 años y tratados con cannabis medicinal entre 2015 y 2017. 27 de ellos tenían además epilepsia y siete Trastorno de Déficit de Atención e hiperactividad (TDAH). La investigación la terminaron 155 pacientes, el resto la abandonaron en algún momento.
El tratamiento en la mayoría de pacientes se basó en aceite de cannabis que contiene 30% de cannabidiol (CBD) y 1,5% de tetrahidrocannabinol (THC).
En general, tras seis meses de tratamiento, el 30% de los pacientes reportó una mejoría significativa, el 53,7% experimentó una mejora moderada y solo el 15% tuvo cambios leves o nulos.
El 31,3% de los pacientes había informado una buena calidad de vida antes del inicio del tratamiento. A los seis meses, la buena calidad de vida se duplicó al 66,8%. El estado de ánimo positivo se situó en el 42% antes del tratamiento y 63,5% después de seis meses.
La capacidad de vestirse y ducharse independientemente mejoró significativamente con el tratamiento. Solo una cuarta parte (26,4%) no reportó dificultades antes del tratamiento, mientras que el 42,9% mejoró su capacidad para realizar estas tareas.
La medicación con aceite de cannabis también mejoró el sueño y la concentración. El buen sueño y la concentración estaban en un 3,3% y 0%, respectivamente, al inicio, en comparación con el 24,7% y el 14% tras este tratamiento activo.
Por otro lado el 14,3% no reportó ninguna mejora y un 5,9% experimentaron efectos adversos como problemas para conciliar el sueño, reflujo, pérdida de apetito o inquietud.
Los mismos investigadores sugieren que se lleven a cabo más estudios con un doble ciego para entender mejor los efectos que puede producir.
En marzo, Alemania ha puesto en marcha su propia industria para cultivar el cannabis medicinal, e Israel ha aprobado una Ley para permitir las exportaciones de estos productos.
En España, mientras tanto, varias organizaciones, como el Observatorio Español de Cannabis Medicinal (OECM) denuncia la "vaguería" de la clase política para regular el uso terapéutico del cannabis, recordando que hay evidencia científica sobre los beneficios que aporta a los pacientes, y que también se han identificado en este nuevo estudio israelí.
La pasada semana, en una entrevista, la ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, respondió a estos colectivos rechazando legalizar su consumo terapéutico, alegando que no es algo "mágico". Explicó que "como cualquier otra planta contiene un principio que puede ser útil en lo que sea, se extrae ese principio activo y se aplica con una dosis adecuada, conociendo su efecto en el organismo y sus posibles efectos secundarios y se dosifica".
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